Con relación al proceso de evaluación, me siento en total acuerdo, pues el enfoque
que tiene el programa de especialización es un enfoque de evaluación por
competencias. Esto hace que la evaluación sea vista tanto por docentes como por
estudiantes como un proceso constante que acompaña el proceso de aprendizaje y
no como ciertos espacios de exámenes o trabajos en los cuales se debe dar
cuenta de lo que se aprendió.
Este enfoque de evaluación me gusta por varias razones:
En primer lugar con este tipo de evaluación lo que se busca
es identificar el nivel de logro de las
competencias que se planearon como objetivos de la formación. Tal
identificación se realiza en diferentes momentos del proceso con el fin de que
el estudiante tome conciencia de cómo va en su proceso, qué ha logrado, en qué hay
fallado y qué necesita fortalecer.
La identificación de aspectos por mejorar el clave como una
ayuda para el proceso de aprendizaje de los estudiantes, como no se trata de
una evaluación sumativa, los estudiantes seguirán trabajando en el desarrollo
de sus competencias y demostrar en las siguientes mediciones cuánto o cómo han
avanzado. Es en este punto cuando veo
reflejado lo que exponen Chadwick y Rivera, sobre cómo el fin de la evaluación
es “ayudar al alumno a aprender” (Chadwick & Rivera, 1991, pág. 35) , pues se ve no como
una evaluación para medir y “corchar” si no para medir y dar la oportunidad de
reconocer qué se debe mejorar y hacerlo.
En segundo lugar me gusta este tipo de evaluación, pues está
integrada a todo el proceso de enseñanza y aprendizaje. En este curso no se
evalúa cada actividad como algo terminado y separado, sino que se evalúan las competencias, en ese orden
de ideas una misma competencia se valora desde diferentes actividades y
viceversa en una sola actividad se pueden desarrollar múltiples competencias. Con esta característica se logra que los
estudiantes no estén pendientes de sus notas si no de su proceso y avance en su
aprendizaje.
Considero que en realidad se está logrando una evaluación
formativa, y especialmente valioso, se está logrando que los estudiantes (que en un principio se sientes desconcertados
e incómodos con este tipo de evaluación al que no están acostumbrados) asuman y acepten este tipo de evaluación como elemento que
aporta y enriquece su aprendizaje.
Bibliografía
Chadwick, C., & Rivera, N. (1991). Evaluación
formativa para el docente. Buenos Aires: Paidos.
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